martes, 29 de mayo de 2012

Arqueológicas – Lo que no podrás ver




Avenida Rivadavia casi esquina Acoyte, barrio de Caballito. 

Algunos se detienen frente a una vidriera para apreciar el último modelo de zapatillas o algún conjunto deportivo. Las luces dicroicas vuelven todo brillante, están dispuestas de forma tal que nada queda oscuro, todo se ve, todo lo nuevo con mucho brillo y elevado precio.

El piso de color blanco reluciente también refleja las luces de forma tal que el que ingresa queda atrapado en una especie de tubo lumínico. Los detectores de robo son del mismo tono pero si alguien sale con alguna alarma se iluminan con luces rojas y emiten un ruido ensordecedor.

Aquél que ingrese al local no podrá caminar dos pasos sin la inmediata aparición de un vendedor que le pregunte qué quiere llevar, qué estaba buscando o elabore algún tipo de frase en relación con el producto observado. Los empleados son reconocibles fácilmente, llevan pantalón negro y remera naranja casi fluorescente. 

La mercadería está estrictamente dividida por marca: remeras de equipos de fútbol, zapatillas, pelotas, joggins, calzas, mallas. Cada uno de estos objetos tiene una etiqueta de cartón con código de barras que indica el precio correspondiente.

En el sector del fondo se ubica un mostrador con dos cajas. Delante de él la gente hace fila para abonar el producto y recibirlo en una cómoda bolsa plástica.


Esto no es una casa de deportes, esto era un cine.



lunes, 28 de mayo de 2012

Nueva Sección del blog



El presente espacial de un lugar que fue, un espacio olvidado. La muda resistencia. 


Encuéntrame
en todo aquello
que mis ojos recorren
sin comprender,
como brújulas rotas
como voces ahogadas
bajo los pies del frío


Poema inédito de Susana Thénon 
La morada imposible, Tomo 2, editorial Corregidor.


jueves, 17 de mayo de 2012

Crónica del paro de subtes


 Día 1 - Miércoles 16 de Mayo 18:00 hs Plaza Congreso

Imprevistos ruidos comienzan a aparecer en las oficinas porteñas. La monotonía sonora se interrumpe. Fricción de dedos con teclados, sillas plásticas, alertas de mails. Bocinazos. Ascensores, timbre, pava hirviendo. Bocinazos. Bocinazos. Bocinazos. Sirena de ambulancia.   
Salen. Como otros tantos zombies deambulan añorando la oscuridad de un descenso interrumpido.

Las pupilas dilatadas apenas pueden distinguir las letras del cartel luminoso:

Línea A Interrupción total por medidas de fuerza gremial
Línea B Interrupción total por medidas de fuerza gremial
Línea C Interrupción total por medidas de fuerza gremial
Línea D Interrupción total por medidas de fuerza gremial
Línea E Interrupción total por medidas de fuerza gremial
Línea H Interrupción total por medidas de fuerza gremial
Línea P, Premetro, Interrupción total por medidas de fuerza gremial

Frente a la plaza Congreso se amontonan en largas filas distribuidas por líneas de colectivo: 7, 5, 8 (más conocida como 86). La cola del 5 abarca aproximadamente media cuadra. Llega el primer 5 repleto, algunos corren por avenida Rivadavia. Llega también el 7, un hombre se sube por la última puerta. Una mujer le grita al guarda que entrega los boletos: "No puede ser, hace mucho que estoy esperando, tiene que abrir, tiene abrir", se gritan, el tono es cada vez más elevado y la atención de los que esperan pasa a poner en primer plano la escena.

Llega un 5 vacío, los pasajeros se miran, se ríen, no puede ser VA-CÍO ¡¡¡es un milagro!!! Suben y se sientan, ¡se sientan! bendiciendo la ocurrencia de la línea de colectivos. El chofer dice: "Bienvenidos, la temperatura a bordo es de 24 grados, partiremos". Los pasajeros se ríen y el chofer continúa los chistes. Llegando a Acoyte advierte que parará más adelante porque sino se quieren subir todos y no hay más lugar. Una mujer comienza a tocar timbre a los gritos de que  pare, que ya se pasó una cuadra. Los pasajeros riéndose la calman, le explican que va a avanzar un poco más. La señora baja refunfuñando. 

Día 2 - Jueves 17 de Mayo 8:15 hs Primera Junta

El 132 ya parte repleto desde Avenida Carabobo. Se suben como pueden, se acomodan. 

—Buenos días, ¿cómo le va? Soy Florencia la llamo por el asunto de la venta. 
...
—Que soy Florencia López Arregui, la llamo por el tema de la venta.
...
—Ah sí sí, bueno entonces la vuelvo a llamar a la tarde. Gracias, hasta luego. 

Una señora sube por la puerta del medio y el guarda le grita:

—La señora subió sin boleto ¡maleducada! ¡lo tiene que sacar!
La señora le responde desde el interior del colectivo:
—Maleducado vos ¿les parece que yo tenga que pagar con plata cuando tengo la tarjeta SUBE? no, no y no, yo no pago nada, yo tengo la SUBE. Un día como hoy con este lío... No hay derecho, maleducado será él.
Las puertas se cierran y desde abajo el guarda sigue gritando.


Una chica ve un 141 y le dice al novio:
—Ay, mirá ese vacío, tendríamos que haberlo tomado.
—Pero no nos deja, nos iríamos a cualquier lado.
—No importa mirá lo vacío que va...
—Jeje. 


—Estoy en Rivadavia, todavía en Primera Junta. 
...
—No todavía no pasé por tu casa, estoy antes, todavía no. 


La señora que no sacó boleto saca unos anteojos y un libro de la cartera 
 La lágrima abre su corola celeste sobre un signo de interrogación. 
A veces es una pregunta. A veces es una respuesta. Pero siempre 
es un mensaje. Pero siempre es una mano que se tiende, 
suplicante y abierta, en busca de otra mano que la estreche. 
Y nace lejos de los ojos.(1)
 
—¿Hay mucha gente? Yo hace mucho que estoy acá, no sé a qué hora llego.
...
—Y sí, con este lío mucha gente ni fue a trabajar.


—Hace como dos horas, te mandé como tres mensajes, ¿no te llegaron?


[Cartel: Hipólito Yirigoyen] ¿Todavía no llegamos a Once?

 
—Sí, te llamé para que me manden las boletas. No me llegan las de Edesur, Telefónica y Metrogas. La de Movistar sí, esa me llega.


Una chica que está parada apoyada en la puerta saca un libro de su mochila
 Nadie vive su vida.
Azares son los hombres, voces, fragmentos,
días de trabajo, angustias, muchos pequeños ocasos
disfrazados desde niños, embozados,
adultos como máscaras, enmudecidos como rostros (2)


[Cartel: Arminda Abersatury - Centro integral de la mujer - Centro de inclusión digital] ¿Quién es  Arminda Abersatury?


La señora que no pagó el boleto pide permiso para bajar, se queja, baja empujando a la chica  y desde abajo dice:
—Debería haber más lugar, no puede ser.

—Disculpáme, ¿la próxima es Callao?
Sacándose los auriculares —¿Qué?
—Si la próxima es Callao.
—Ah sí, sí, Callao.
—Gracias. 


(1) Fragmento de "¿Qué es una lágrima?" de Poldy Bird
(2) Poema 13 del "Libro de las horas" (De la peregrinación), Susana Thénon.

domingo, 13 de mayo de 2012

Relajados

"–El paisaje es... perfecto, Señor Ramírez, expresa... 
una potencia divina. Hubo alguien capaz de crear esta
 rica y majestuosa  calma....
–Me gusta que lo diga, eso debe ayudarlo en su soledad.
–No, señor Ramírez. Yo no soy el paisaje.
–Usted lo recorre."

Fragmento de la novela
"Maldición eterna a quien lea estas páginas"
de Manuel Puig


Las piernas estiradas hacia adelante, el torso recostado sobre la silla de lona blanca, todo su organismo especialmente dispuesto para la contemplación. Detrás de él está el camión de exteriores y a su lado otra silla del mismo estilo vacía. Viste traje, corbata y anteojos, le falta el micrófono pero algunas miradas de los transeúntes lo identifican: “el famoso”, “a ese yo lo conozco ¿es el de once no” y otras siguen sin notar su presencia ni del camión, las sillas.

A su alrededor productores y camarógrafos van y vienen pero él sigue mirando. Saca su celular con cámara y enfoca a un señor subido a una grúa que cambia una de las lámparas del Congreso.

En el puesto de diarios de la línea A estación Congreso el diarero habla por celular, comenta las dificultades que tendrá para llegar a su casa, esboza algunos colectivos alternativos. Delante de él los pasajeros se amontan tratando de subir a uno de los últimos subtes antes de que comience el paro. Detrás de ellos, al lado del diarero, un hombre de traje yace semi-acostado en una silla, bosteza, trata de no cerrar sus ojos. Adelante el panorama es vías, pasajeros, más pasajeros, golpes, gritos de dejáme entrar, ¡¡¡movéte que hay lugar!!!

domingo, 6 de mayo de 2012

De repente


Sale a comprar comida, debe administrar la compra de forma tal que le quede tiempo para almorzar. Va a un local de avenida Corrientes y le dicen que se quedaron sin ensaladas pero que en un rato traen más. Tratando de mitigar su impaciencia se resigna a esperar. Una mujer rubia se adelanta a pedir y detrás de ella aparece una chica, la cara le suena conocida, piensa, recuerda, "Sí, sí, es ella". Duda.

Pasarán unos cinco segundos de timidez que quedarán suspendidos en la pregunta: 

—Disculpáme, ¿vos sos la chica de la película, de Tan de repente?
—Sí, sí, ¿cómo sabés? ¿cómo te diste cuenta? Es de hace un montón de años.

Se apasionan en la charla, van y vienen desde la temporalidad de la película. Le pregunta acerca de la adaptación de la novela de César Aira que nunca pudo conseguir y sobre la señora mayor que actuaba tan bien, le cuenta que falleció. La mujer rubia intenta sin éxito hacerle preguntas al empleado pero ante la imposibilidad de escuchar se enoja y les hace señas a las dos chicas para que bajen la voz. Ambas la miran, miran la avenida y señalan los autos, se quejan del ruido de la calle. 

En los breves instantes en los que un fragmento de vereda queda vacía logra visualizarse el interior de un local de comidas. Dos chicas señalan el tráfico. Autos, motos, colectivos. Los transeúntes intentan sobrevivir, esperan el semáforo y miran esquivando al que pasa en rojo. La gente pasa a ritmo rápido, algunos vienen doblando desde Callao, otros salen de la estación de subte. 

—¿Sabés qué me acuerdo? un plano detalle de una hornalla, no sé por qué, me gustó. Y la imagen en blanco y negro, su potencialidad. Es una de las pocas películas que vi de las que tengo recuerdos más o menos precisos, imágenes. ¿Y viajaron para grabar en Rosario?
—No, Rosario es Bernal.



martes, 1 de mayo de 2012

Recuerdos de Gasómetro


Susana Blanco, amiga de este blog escribió sobre el club del que es hincha: San Lorenzo. Nostalgia y bronca se entremezclan en un relato que resiste al olvido y pide la devolución de un espacio emblemático, el Gasómetro. 




El 2 de diciembre de 1979 él ya tenía más de veinte años y vio como cerraban una puerta de su alma. El partido había sido muy aburrido. Boca no se lució para nada y su equipo tampoco brilló tanto; pero el espectáculo estaba en la hinchada. Muchos llorando, otros tratando de grabar en su memoria algo de lo que era parte de su vida, de la vida del barrio. Ese día desaparecía. Él mismo miró a su viejo. Sentado en ese tablón de madera años después un hijo le acercaría de regalo en un cumpleaños y recordó. Recordó el club de ajedrez, la pileta techada, los bailes sociales… Pero más que nada recordó el pote de yogur que ese hombre que tenía al lado le entregaba como premio domingo por medio mientras miraban jugar a la reserva… Esa tarde cuando el Gasómetro cerró sus puertas quedaron encerradas en él muchas alegrías, sueños, historias que con él fueron derribadas.

El tiempo se encargó del resto. Las exigencias laborales y familiares intentaron llevarse puesta su alma… Sólo un día a la semana, a veces desde la tele de casa, a veces desde una popular lejana parecía revivir.

Al barrio le pasó otro tanto. Las promesas que disimularon estafas y robos no trajeron el progreso y los empleos habían servido de tapadera. Mataron al fiado, al verdulero que sabía quién era alérgico a qué cosa, al “¡Ché, vieja! Llamá a la señora del diarero que hoy no abrió… a ver si le pasó algo”. Como un planchazo a los tobillos también quebraron a los Discépolos, a los Subiela, a los Di Tellas, a los Soriano, a los Pappos. Una vez cada tanto, una murga intentaba revivir al barrio. Unos “chiflados” pasaban como “cometas” y devolvían la “gloriosa” sensación que nada había desaparecido pero no era así. Un agujero en el centro de su alma y un hueco enorme en plena Capital eran la prueba del desfalco.

Los treinta y tres años que siguieron pasaron como pasan todos los grandes partidos: golpe y contra golpe. Malas dirigencias y peores gobernantes se olvidaron de resarcir el daño. Y él, intentando que no se le apague el alma, seguía gritando, alentando, pidiendo. Siempre llevó esos colores encima, incluso cuando no los llevaba. Ese destino compartido por tantos miles les permitía reconocerse, saberse acompañados.

Un 8 de marzo decidieron juntarse. Sacaron sus galas: banderas, paraguas, remeras, gorros, bufandas y comenzaron a encontrarse… Pensaron que eran muchos pero luego vieron que eran más. Se saludaron como hermanos de toda la vida, como simples “carasucias” que mutan en “matadores”. Y decidieron gritar y cantar juntos su dolor y su alegría, su orgullo y su pena. Exigir lo que les es propio por derecho.

Él ya no pudo ver a su viejo. Hacía tiempo que ese “cuervo” había partido del nido. Pero sorprendido vio que no estaba solo. La vista no encontraba dónde terminaba la gente. De repente estaban todos juntos, igual que hace treinta y tres años. Él se encontró rodeado y se estremeció. Sus hijos cantaban, sus amigos cantaban, los “santos” cantaban… y los que no eran santos también porque cuando el alma grita ni la violencia, ni la corrupción, ni la competencia pueden callarla.

Así que cantá conmigo, por él, por mi barrio: ♫♪ Yo quiero a la banda de fiesta y en pedo. Sabemos que vamos a volver a Boedo. A tanta locura no hay explicación, si yo de pendejo que estoy junto a vos. Tanto sentimiento tanto carnaval, nos hizo gloriosa por la eternidad ♫♪